El funeral de Giorgio Armani: flores blancas y 62 invitados en Rivalta.

«Un placentino ilustre que amó profundamente a Rivalta. Quiso vivir este momento con sencillez y privacidad, pero con intensidad emocional y vinculado al misterio de Dios. Es muy hermoso que ante el sufrimiento y la muerte, eligiera la oración y la sacralidad. Aquí descansan sus seres queridos, y ahora él se une a ellos». Estas son las palabras, recogidas por el Corriere della Sera, del párroco Giuseppe Busani, que celebró el funeral de Giorgio Armani en la iglesia de San Martino del pueblo de Rivalta, cerca de Piacenza.

Se vieron flores blancas por todo el pueblo, tanto en forma de coronas en el exterior de la iglesia, como en las flores dentro de la cámara funeraria y las que trajo Donatella Versace. El diario milanés informaba de que también había rosas blancas en los caminos del pequeño cementerio donde descansarán las cenizas del diseñador, probablemente el miércoles, junto a las tumbas de sus padres y de su hermano Sergio.

El párroco había declarado por la mañana a la televisión italiana Rai Uno que «el número [de asistentes a la ceremonia] queda a elección de la familia, será en la intimidad: eso significa que el acento se pondrá sólo en la oración y en la unidad de la familia y de los colaboradores. Su discreción y su deseo de vivir un momento íntimo e intenso —yo incluso lo llamaría religioso, sagrado— es realmente impresionante. Lo haremos, intentaremos hacerlo, en el estilo que nos enseñó el maestro. Yo lo llamaría sencillez noble, para ser también reflejo de esa belleza que él nos enseñó, de la que fue maestro. En la vida religiosa y en la experiencia de la oración esto se trata ya como un don de la belleza de Dios Padre, de la que él fue en cierto modo artífice, guardián, y que cultivó con gran genio».

Al funeral asistieron 62 personas: sus familiares más cercanos, su hermana, sus nietos y bisnietos, Leo Dell’Orco [mano derecha de Armani y posible sucesor del emporio] sus colaboradores más próximos, así como algunos amigos. «Una celebración sobria en todos sus aspectos. Como él nos enseñó. A su estilo. Una sencillez noble», dijo el padre Giuseppe.

Para la lectura se eligió un pasaje del Evangelio de San Juan sobre la promesa del reino de los cielos. La música: el Ave María de Schubert y el Réquiem de Verdi. Durante la ceremonia se interrumpió, por respeto, la música de la recepción nupcial que acababa de celebrarse. En la iglesia estaban Andrea Camerana [sobrino de Armani] con su esposa Alexia y sus hijas, Silvana, Rosanna y Roberta Armani, y Leo Dell’Orco. El féretro salió de la iglesia escoltado por seis personas. El pueblo estaba blindado y acordonado, sólo los residentes podían entrar.

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