
Cada 1 de mayo se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores en más de 60 países del mundo, incluyendo la mayoría de naciones de América Latina. Esta fecha rinde homenaje a las luchas históricas del movimiento obrero por mejores condiciones laborales, en particular por la jornada de ocho horas.
El origen de esta conmemoración se remonta a una huelga masiva iniciada el 1 de mayo de 1886 en Estados Unidos, cuando más de 300,000 trabajadores protestaron por jornadas laborales excesivas que llegaban hasta las 16 horas diarias. La protesta culminó trágicamente en la Revuelta de Haymarket, en Chicago, el 4 de mayo, donde murieron varios manifestantes y policías. Ocho líderes sindicales fueron condenados en un juicio muy cuestionado por su falta de imparcialidad.
En homenaje a estos hechos, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, reunido en París en 1889, instituyó el 1 de mayo como fecha de conmemoración internacional.
Paradójicamente, aunque la efeméride nació en EE.UU., este país no la celebra el 1 de mayo. Durante la Guerra Fría, el gobierno estadounidense se distanció del simbolismo asociado al comunismo y movió su propio Día del Trabajo —conocido como Labor Day— al primer lunes de septiembre. En cambio, el 1 de mayo fue rebautizado como “Día de la Lealtad” y dejó de tener reconocimiento oficial como jornada obrera.
Aún así, en países latinoamericanos como Argentina, México, El Salvador y Chile, el 1 de mayo sigue siendo una fecha central para visibilizar los derechos laborales y el papel de los trabajadores en la construcción de las sociedades.
A más de un siglo de aquella histórica lucha en Chicago, el Día del Trabajador sigue siendo un recordatorio de las conquistas sociales alcanzadas y de los desafíos que aún persisten. Más que una simple efeméride, el 1 de mayo es una oportunidad para reflexionar sobre la dignidad del trabajo, la justicia laboral y el rol fundamental que tienen los trabajadores en el desarrollo de nuestras sociedades.