El Boletin SV

Dinamarca reconoce a las personas el «copyright» sobre su cara y su voz frente al mal uso de la IA.

Dinamarca se ha convertido en el primer país europeo en plantear un cambio radical para proteger la identidad de sus ciudadanos ante el avance de la inteligencia artificial. La propuesta busca modificar la Ley de Derechos de Autor para garantizar que cada persona tenga derechos sobre su rostro, su voz, su cuerpo y sus expresiones.

El proyecto establece que cualquier persona tiene derechos exclusivos sobre su rostro, voz y cuerpo, lo que convierte en una infracción legal la utilización no autorizada de estos elementos en producciones generadas por Inteligencia Artificial.

Esto incluye no solo imágenes o grabaciones de voz, sino también gestos, movimientos corporales y estilos de interpretación. La ley contempla excepciones para usos paródicos, satíricos o educativos, con el objetivo de no afectar la libertad de expresión y creación artística.

Además, la propuesta prevé que las personas afectadas puedan: solicitar la eliminación inmediata de los contenidos no autorizados, reclamar una compensación económica por el uso indebido y responsabilizar a plataformas digitales que no actúen tras recibir denuncias formales.

Según informó The Guardian, “la ley busca ampliar el concepto de propiedad intelectual al ámbito del cuerpo humano, algo inédito hasta el momento en Europa”

El ministro de Cultura de Dinamarca afirmó que “nadie debería tener que ver su rostro o su voz utilizados sin permiso en un video falso creado con IA”. Según reportó The Times, esta legislación no solo protegerá a figuras públicas, sino a cualquier persona común que pueda ser víctima de suplantación digital.

Además, Dinamarca planea promover una iniciativa similar en el resto de Europa cuando asuma la presidencia del Consejo de la UE en 2026, buscando crear un marco legal continental contra los abusos de la Inteligencia Artificial.

Dinamarca se posiciona a la vanguardia de la regulación de Inteligencia Artificial, con una ley que reconoce el derecho de cada persona a controlar su imagen, cuerpo y voz en entornos digitales. Un paso clave en la defensa de la identidad personal frente al avance de las tecnologías generativas.

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