Cada 23 de mayo se celebra el Día Mundial de la Tortuga, una fecha establecida en el año 2000 por la organización American Tortoise Rescue para generar conciencia sobre la situación crítica de estas especies. De las aproximadamente 360 especies de tortugas registradas en el planeta, más de la mitad están amenazadas debido a factores como la pesca incidental, el tráfico ilegal, la pérdida de hábitats y, especialmente, la contaminación por plásticos.
Las tortugas desempeñan un papel crucial en el equilibrio ecológico. Por ejemplo, las tortugas marinas ayudan a controlar la población de medusas, mientras que las tortugas terrestres contribuyen a la descomposición de materia vegetal, facilitando el reciclaje de nutrientes. Su desaparición representaría una amenaza directa a múltiples ecosistemas.
En América Latina, Asia, Europa y África, el Día Mundial de la Tortuga se ha convertido en una oportunidad para actuar mediante actividades educativas y proyectos comunitarios de conservación. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha advertido que, si no se toman medidas concretas, muchas especies podrían desaparecer en las próximas décadas.
Para contribuir a la protección de las tortugas, se recomienda:
- Evitar el uso de plásticos y disponer adecuadamente de los residuos.
- No comprar ni consumir carne o huevos de tortuga, ni adquirir artesanías hechas de caparazones.
- Apoyar a organizaciones que trabajan en la conservación de estas especies.
- Respetar las playas de anidación y no interferir con los nidos.
- Reducir la contaminación lumínica en zonas costeras para no desorientar a las crías.
Las tortugas han sido símbolo de sabiduría y conexión con la tierra en diversas culturas. Hoy, más que nunca, dependen del respeto y la acción humana para sobrevivir. Protegerlas es una urgencia ambiental que requiere el compromiso de todos.