El Boletin SV

El caso de Andry Hernández tras ser deportado a El Salvador

Andry Hernández, un joven venezolano de 31 años, fue deportado a El Salvador sin enfrentar un juicio formal ni audiencia, después de ser señalado como presunto miembro de la pandilla Tren de Aragua, basándose únicamente en sus tatuajes. La historia de su caso, documentada por BBC Mundo, pone en evidencia la opacidad, el uso discrecional de guías internas del gobierno estadounidense y las consecuencias de errores administrativos en materia migratoria.

Hernández se presentó voluntariamente el 29 de agosto ante la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. en el cruce de San Ysidro. Solicitó asilo político alegando persecución en Venezuela por sus ideas políticas y orientación sexual. Fue detenido y trasladado al Centro de Detención Otay Mesa, en San Diego, bajo custodia de ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas).

Un funcionario de CoreCivic, empresa privada contratada por el gobierno para administrar ese centro, lo entrevistó y completó un formulario llamado “Validación/Confirmación de Miembro de Grupo que Amenaza la Seguridad”. Este sistema, que asigna puntajes para determinar la pertenencia a grupos criminales, le adjudicó 5 puntos a Hernández por tener tatuadas dos coronas en sus muñecas.

Dichos tatuajes, utilizados tradicionalmente en la festividad religiosa de los «Reyes Magos de Capacho» en su pueblo natal (Capacho Nuevo, estado Táchira), fueron interpretados como símbolos del Tren de Aragua. Sin embargo, no existen pruebas adicionales que vinculen al joven con la organización criminal.

Además, otro formulario usado por ICE y DHS, titulado «Guía de Validación de Enemigos Extranjeros», permite etiquetar como sospechosos a migrantes en base a tatuajes, publicaciones en redes sociales o artículos de ropa. Grupos de abogados, como la ACLU y el Immigrant Defenders Law Center, han denunciado esta práctica como arbitraria y carente de garantías procesales.

En marzo de 2025, mientras esperaba una audiencia judicial, Hernández fue trasladado a Texas y luego deportado a El Salvador, junto a un grupo de 238 venezolanos y 23 salvadoreños. La deportación ocurrió el mismo día en que el presidente Trump invocó la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, argumentando que el Tren de Aragua representaba una amenaza para el país.

Desde entonces, no se sabe nada de él.

Hernández tenía programada una cita judicial por su petición de asilo, pero las autoridades del centro de detención Webb County no le permitieron asistir por videollamada, dicen sus abogados, quienes perdieron contacto con él.

Todo parecía indicar que Hernández había sido deportado a El Salvador, pero como no tenían ninguna prueba, se referían al caso como una desaparición.

Tampoco sabían nada de él sus padres, hasta que un día alguien les avisó que había una foto de su hijo en la cárcel salvadoreña.

Los «Reyes Magos de Capacho»

Hernández, cuenta su familia, diseñaba y bordaba a mano su propio vestuario y los trajes de algunas muchachas de su comunidad natal que una vez al año celebran la festividad religiosa de los «Reyes Magos de Capacho», en el estado de Táchira, cerca de la frontera con Colombia.

Una corona dorada es el símbolo que identifica a la fiesta religiosa declarada Patrimonio Cultural Nacional de Venezuela y de la cual sus habitantes se sienten muy orgullosos.

Desde los 7 años, Hernández ha participado en la festividad representando a distintos personajes bíblicos. En los últimos dos años personificó a Antíprato, hijo de Herodes, una oportunidad que había esperado con ansias.

El caso de Andry Hernández ha causado revuelo en EE.UU. El gobernador de California, Gavin Newsom, solicitó su regreso, mientras que cuatro congresistas estadounidenses que viajaron a El Salvador pidieron que les entregaran, al menos, una prueba de vida.

La última vez que fue visto fue la noche del 15 de marzo en el interior de la megacárcel salvadoreña, cuando el fotoperiodista estadounidense Philip Holsinger estaba documentando para la revista «Time» la llegada a la prisión de un grupo de presuntos criminales.

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