
El embalse del Cerrón Grande, conocido como Lago Suchitlán y considerado el cuerpo de agua artificial más grande de El Salvador, enfrenta una emergencia ambiental debido a la masiva proliferación de la planta invasora «lechuga acuática» (Pistia stratiotes).
La cobertura de vastas áreas de la superficie del lago con esta especie ha encendido las alarmas entre autoridades, ambientalistas y comunidades locales, ya que amenaza la vida acuática, la calidad del agua y las actividades productivas de la zona.
Un ecosistema en peligro
La «lechuga acuática» se ha adaptado de manera acelerada en el lago, formando mantos densos que impiden el ingreso de luz solar al agua. Esto genera múltiples impactos:
- Reducción del oxígeno: la falta de luz disminuye la fotosíntesis de especies vegetales sumergidas, reduciendo los niveles de oxígeno en el agua. Esto provoca la muerte de peces y otras especies, afectando directamente la pesca local.
- Deterioro de la calidad del agua: la descomposición de la planta libera gases tóxicos que contaminan el agua, volviéndola inadecuada para el consumo humano y animal. Además, el manto vegetal puede bloquear las tomas de agua de la central hidroeléctrica.
- Pérdida de biodiversidad: la especie invasora desplaza a la vegetación nativa y altera el equilibrio del ecosistema del embalse.
Causas de la proliferación
Expertos atribuyen la propagación de la «lechuga acuática» a la descarga de aguas residuales y al uso excesivo de fertilizantes agrícolas, que aumentan los nutrientes en el lago y favorecen el crecimiento de la planta. Asimismo, las altas temperaturas contribuyen a su reproducción acelerada.
Acciones y desafíos
Autoridades, comunidades y organizaciones ambientales han iniciado jornadas de limpieza para retirar la planta. Sin embargo, el desafío es considerable, ya que la capacidad reproductiva de la «lechuga acuática» es extremadamente rápida.
Ambientalistas señalan que el problema requiere un abordaje integral: reducción de la contaminación en las cuencas, implementación de prácticas agrícolas sostenibles y programas de educación ambiental.
El futuro del Lago Suchitlán, un recurso vital para la producción de energía, la biodiversidad y el sustento de las comunidades aledañas, dependerá de una intervención a gran escala y de un compromiso a largo plazo entre el Estado, la sociedad civil y la empresa privada.