Estafa multimillonaria de las «vacas virtuales» que sacude a Uruguay, uno de los países más ganaderos del mundo.

«Engordamos tus ahorros. Invertí en el negocio más seguro de la historia», proclamaba Conexión Ganadera, empresa pionera en fondos de inversión ganaderos en el país sudamericano, prometía ser un negocio sin fisuras acabó siendo un esquema Ponzi, una estafa piramidal a la que se investiga por presunto lavado de activos a gran escala.

Conexión Ganadera nació en 1999, Captaba fondos de inversores con la promesa de ser el nexo con productores rurales, el inversor ponía el dinero, Conexión Ganadera compraba el equivalente a ese dinero en vacas y se las cedía temporalmente a un productor para que las engordara.

En sus inicios ofrecía más del 20% anual en dólares. Últimamente las tasas oscilaban entre el 7% y el 11% anual en divisa estadounidense, dependiendo del monto de la inversión y el plazo, «La vaca siempre tuvo la nobleza de producir lo suficiente para que el inversor no perdiera con este sistema», afirmaba en 2023 Pablo Carrasco, uno de los dueños de la empresa, en una presentación ante clientes.

A comienzos de 2025, Conexión Ganadera anunció que no podría cumplir con los pagos a sus 4.300 clientes con inversiones por US$400 millones, ya que solo tenía US$150 millones en activos, uno de los dueños de Conexión Ganadera, Gustavo Basso, decidió acelerar hasta 211 kilómetros por hora cuando manejaba su Tesla por una carretera uruguaya y estrellarse contra maquinaria vial al costado de la ruta.

Murió en el acto. Las computadoras y cámaras del Tesla fueron investigadas y un fiscal determinó que se trató de una «acción voluntaria».

En Uruguay se implementa un método que permite saber dónde está cada una de sus vacas desde que nace hasta, inclusive, el plato donde se sirve en forma de bife, en una de las orejas de la vaca se le pone una etiqueta analógica y en la otra una digital, ambas codificadas para saber de qué vaca se trata.

Esto complementa la identificación con la marca a fuego y los documentos de propiedad, para los inversores de estos fondos ganaderos, ese código era la certeza de que había una vaca registrada a su nombre ante el Ministerio de Ganadería.

Sin embargo, la investigación judicial constató que en muchos casos esas vacas no estaban, «Era ganado virtual, no existía», dice Felipe Caorsi, un asesor en finanzas uruguayo que investigó el accionar de estos fondos.

Caorsi denuncia que existieron contratos de inversión apócrifos. «Fuimos a buscar a las personas y nos encontramos que algunos sabían y habían prestado su nombre para el contrato, en otros casos era gente que no sabía que estaba su nombre ahí», relata.

Agrega, entonces, que la cantidad de damnificados no sería de 4.300, como había comunicado Conexión Ganadera inicialmente, sino la mitad, por US$220 millones.

En la primera de las causas que se inició en este sector, la de Grupo Larrarte, la justicia uruguaya imputó a su titular, Jairo Larrarte, por los delitos de estafa, apropiación indebida y liberación de cheques sin fondos.

¿Podrán recuperar las víctimas algo de su dinero? De momento es incierto.

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