
El paracaidista austríaco Felix Baumgartner, fallecido el jueves a los 56 años, quedó en la memoria de muchos por su salto en un traje de cosmonauta desde una cápsula a 39.000 metros de la Tierra hace más de una década.
Con el lema «nacido para volar» tatuado en su cuerpo, el austriaco rompió entonces la barrera del sonido al alcanzar una velocidad de 1.357,6 kilómetros por hora en su caída libre que entró directamente a los libros de récords.
El jueves su cuerpo fue hallado en Italia, en la región de las Marcas en el norte, afirmó a AFP un funcionario de los bomberos locales.
Según el diario italiano Il Corriere della Sera, Baumgartner perdió el control de su parapente lo que provocó que se desplomara y cayera en la piscina de una casa de vacaciones en Porto Sant’Elpidio, hiriendo levemente a una joven.
El accidente ocurrió por la tarde y el austríaco ya estaba muerto en el momento del impacto, según Il Corriere della Sera.
El sueño empezó a tomar forma en 1986, cuando saltó por primera vez de un avión, y llegó a su cúspide con el legendario salto Red Bull Stratos del 14 de octubre de 2012, que culminó sano y salvo en el desierto del estado de Nuevo México.
«Siempre tuve el deseo de estar en el aire», había dicho Baumgartner a medios de su país. «Escalaba árboles, quería ver el mundo desde arriba».