
Mientras las olas de calor azotan Europa, la necesidad de tener aire acondicionado ha pasado a formar parte de las polémicas políticas entre la derecha y la izquierda en Francia. Marine Le Pen, la líder de la extrema derecha francesa, declaró que desplegaría un “gran plan de equipos de aire acondicionado” por todo el país si su partido nacionalista llegaba finalmente al poder.
Marine Tondelier, líder del partido Europa Ecología Los Verdes de Francia, se burló de la idea de Le Pen y, en su lugar, sugirió soluciones al calentamiento de las temperaturas que incluían “ecologizar” las ciudades y hacer que los edificios fueran más eficientes energéticamente.
Un ensayo de opinión en Le Figaro, periódico conservador, defendía el aire acondicionado porque “hacer sudar a nuestros conciudadanos limita el aprendizaje, reduce las horas de trabajo y atasca los hospitales”.

Libération, un diario de izquierda, rebatió esos argumentos, escribiendo que esa tecnología era “una aberración medioambiental que hay que superar” porque expulsa aire caliente a las calles y gasta una energía preciosa.
En Francia, solo entre el 20 y el 25 por ciento de los hogares están equipados con aire acondicionado, según la Agencia para la Transición Ecológica del país. En 2023, el 62,5 por ciento de la energía consumida por los hogares de la Unión Europea se utilizó para calentar las casas, frente a menos del 1 por ciento para enfriarlas, según las estadísticas de la UE.
Los costos de la energía también suelen ser más elevados en Europa que en Estados Unidos, donde casi el 90 por ciento de los hogares utilizan algún tipo de aire acondicionado. La densa arquitectura de las ciudades europeas no se adapta bien a los aparatos de aire acondicionado, y en lugares como París, conseguir las autorizaciones necesarias para edificios de apartamentos antiguos o históricos puede ser complejo.

Por ahora, mientras continúan las discusiones, el consejo oficial del gobierno sobre el calor toma una especie de camino intermedio. El aire acondicionado está en su lista de opciones para mantener fresca una casa. Pero las directrices advierten que es “una solución que solo debe considerarse cuando se agoten todas las demás opciones”.