Las manifestaciones derivaron en enfrentamientos con la policía, bloqueos de autopistas y daños materiales, culminando con la detención de 56 personas.
Las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Los Ángeles, que resultaron en la detención de 44 migrantes, desataron protestas masivas durante el fin de semana.
El Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) informó que los arrestos incluyeron delitos graves, como el lanzamiento de un cóctel Molotov contra agentes y el uso de motocicletas para intentar romper líneas policiales.
Dos oficiales resultaron heridos, además, se declararon como asamblea ilegal las concentraciones en el centro de la ciudad, lo que justificó el uso de municiones no letales para dispersar a los manifestantes.
Ante la escalada de violencia, el presidente Donald Trump ordenó el despliegue de 2,000 efectivos de la Guardia Nacional en la ciudad. Esta decisión fue criticada por el gobernador de California, Gavin Newsom, quien anunció que presentará una demanda contra la administración federal por violar protocolos legales al no coordinar la operación con las autoridades estatales.
Por su parte la vicegobernadora Eleni Kounalakis respaldó la acción legal, argumentando que las fuerzas locales podían controlar la situación. Las tensiones entre la Casa Blanca y el gobierno estatal reflejan una profunda división en torno a la gestión de la seguridad pública y las políticas migratorias, mientras las protestas en Los Ángeles continúan.