Tras dos días de deliberaciones, se alcanzó el consenso necesario, repitiendo la duración de los cónclaves que eligieron a Benedicto XVI en 2005 y a Francisco en 2013.

Robert Francis Prevost, de 69 años, ha sido elegido como el 267.º pontífice de la Iglesia católica bajo el nombre de León XIV, marcando un hecho histórico al ser el primer papa con nacionalidad estadounidense y peruana. 

Nacido en Chicago y con una extensa trayectoria como misionero y arzobispo emérito de Chiclayo, Perú, Prevost representa un vínculo singular entre ambos países y una nueva etapa en el liderazgo de la Iglesia.

La principal incertidumbre durante el cónclave era si los cardenales optarían por un pastor o un diplomático, un liberal o un conservador, alguien formado en la curia –el gobierno de la Iglesia– o un desconocido procedente de las marginadas periferias. Con la elección de Prevost, la Iglesia parece haber apostado por una figura que encarna tanto experiencia pastoral como apertura a nuevas perspectivas.

La decisión fue tomada en el cónclave más internacional en la historia de la Iglesia, que reunió a 133 cardenales electores de cinco continentes y 70 países en la Capilla Sixtina. Tras dos días de deliberaciones, se alcanzó el consenso necesario, repitiendo la duración de los cónclaves que eligieron a Benedicto XVI en 2005 y a Francisco en 2013.

El nuevo pontífice sucede al papa Francisco, fallecido el 21 de abril tras 12 años de un pontificado reformista centrado en los pobres y los migrantes. León XIV asume el liderazgo en un contexto de desafíos tanto internos, como la crisis de vocaciones y los casos de pederastia, como externos, incluyendo conflictos geopolíticos y la crisis climática.

Miles de personas se congregaron en la Plaza de San Pedro cuando, poco después de las 18:00 (hora local), la esperada fumata blanca emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina. La multitud estalló en vítores al escuchar el redoble de las campanas de la basílica, mientras se anunciaba el histórico nombramiento de Prevost como sucesor de Francisco.

El nombre de León XIV ya comienza a resonar como símbolo de una nueva etapa para la Iglesia Católica en el escenario global, en un momento en que se espera un equilibrio entre tradición y renovación.