
Una sustancia descubierta hace más de 400 años continúa destacando como un remedio natural para la relajación física y mental. Se trata de la sal de Epsom, un compuesto rico en magnesio y sulfato, conocido por sus efectos terapéuticos en baños calientes.
El origen de este mineral se remonta a la ciudad británica de Epsom, donde se observó que las aguas locales aliviaban dolores musculares y provocaban una sensación general de calma. Con el tiempo, la sal de Epsom se popularizó y comenzó a comercializarse como un producto de uso doméstico, especialmente en terapias de inmersión y relajación.
Propiedades destacadas
El magnesio, su principal componente, es clave para múltiples funciones en el cuerpo humano, entre ellas la relajación muscular, la reducción del dolor y la mejora del estado de ánimo. De acuerdo con la Clínica Cleveland, los baños con sal de Epsom ayudan a aliviar molestias en hombros, cuello, espalda y cabeza, siendo útiles para quienes sufren de migrañas o fatiga física tras el ejercicio.
Por su parte, la Fundación Nacional de Psoriasis de EE.UU. sugiere su uso como tratamiento complementario para reducir la picazón y suavizar las escamas cutáneas propias de esta enfermedad, así como también como exfoliante suave o limpiador capilar natural.
Efectos sobre el descanso y la salud mental
Además de sus beneficios físicos, sumergirse en baños con esta sal puede favorecer la salud mental. Estudios recientes muestran que el calor del agua junto con el magnesio ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, facilitando el sueño y mejorando la calidad del descanso.
Muchas personas que practican estos baños regularmente aseguran experimentar una sensación de alivio emocional y bienestar general posterior.
Precauciones en su consumo
Aunque algunas personas han optado por ingerir la sal de Epsom como laxante, los expertos advierten que esta práctica puede ser riesgosa si no se realiza bajo supervisión médica. El médico internista Ramiro Heredia explica que su consumo oral puede provocar diarrea severa, deshidratación y otros efectos secundarios adversos. La FDA reconoce su uso como laxante ocasional, pero solo en dosis estrictamente controladas.
En conclusión, la sal de Epsom continúa siendo un aliado natural para aliviar dolencias musculares, reducir el estrés y mejorar la salud de la piel, siempre y cuando se utilice de forma adecuada y con precaución.